Hacia las 13:30 ya estábamos en el pueblo. Todas sus casas son de adobe con el tejado de madera y ramas secas. No tienen ni luz ni agua corriente. Pero aún así pudimos asearnos con unos cubos de agua, gracias a la hospitalidad de los vecinos. El motivo del viaje era visitar las obras de la escuela, que cuenta con dos aulas a las que asisten 120 alumnos, y se está construyendo una tercera. Además junto a la iglesia están levantando una pequeña casa para cuando Gustavo tenga que quedarse allí varios días. Imaginaos cuando llegamos a la escuela, todos los niños estaban jugando y se acercaron corriendo hacia nosotros. Pudimos disfrutar de su compañía un buen rato.
Obras en la escuela.
Con los niños de Beravina.
Nos trataron fenomenal, nos hicieron la cena y el desayuno del día siguiente. Una mujer del pueblo nos alojó a Virginie y a mí en su casa para dormir. Al día siguiente acudimos de nuevo a la escuela, pudimos estar un ratito en clase con los niños, que nos cantaron una canción. Fue una experiencia muy bonita. Viven con lo básico, el día a día, y se les ve felices. A mí me ha servido para apreciar un poco más lo que tengo, y para intentar no quejarme por cosas que no tienen importancia.
Preparados para entrar en clase.
Escuchando atentamente.
Hasta aquí una nueva entrada en Isla Roja. Disfrutad del fin de semana y como dicen los malgaches para despedirse: VELOMA!!!
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